El historiador y pedagogo, español Manuel Pérez Vila (1922/1991), publicó en año
1976 un ensayo extraordinario y pasmoso que nos ha hecho indagar nuestra idea sobre
la historia hispánica: “Ciudades
Cuatricentenarias”, los pasos
de los fundadores de las primeras ciudades venezolanas en una crónica editada por Cuadernos
Lagoven, serie: El Hombre y el Ambiente. En esta extraordinaria obra Pérez
Vila refiere a la generación de
primer orden en el desarrollo de la historiografía nacional, dándole un matiz a
la contribución histórica sobre los ejes de penetración y de los núcleos de
poblamiento urbano.
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Manuel Pérez Vila |
Adentrándose a esta extraordinaria,
obra, donde se describe la España del siglo XVI que acomete la tarea de ocupar
un inmenso continente, el Nuevo Mundo, es una nación en la que se superponen
diversos planos temporales. A medio camino entre el Medioevo y la modernidad es
España una nación excéntrica y particular. En 1492 expulsa a los árabes,
unifica bajo una corona su territorio y comienza su expansión ultramarina. Sin
embargo, un rasgo premoderno acompaña este período de esplendor: el fervor
proselitista de la Evangelización. Convertir a la fe verdadera a los infieles es
una firme idea española que convive y se imbrica con otras de más reciente
factura, el Renacimiento, la ampliación del conocimiento geográfico y de la
ecúmene, la Contrarreforma católica. Se trata de una España que vacila por
situarse entre lo medieval y lo decididamente moderno la que llega al Nuevo
Mundo en el siglo XVI.
Busca nuevas rutas comerciales, pero
también desea expandir la fe verdadera en Jesucristo. El conocimiento
cartográfico y las citas bíblicas se mezclan en un mismo texto con ideas de la
Antigüedad clásica greco-romana. Llegan estos hombres en el siglo XVI y
comienzan a fundar una red de ciudades sobre las cuales habría de crearse como
proyecto una América hispana, europea, católica; pero sobre todo un imperio
colonial en el sentido estricto del vocablo.[1]La
ciudad es un orden pensado, dice Ángel Rama, un parto de la inteligencia.[2]
Su forma de damero es un principio regulador de la unidad, planificación y un
orden riguroso, que traducía una jerarquía social.[3]
La fundación es un acto político cuidadosamente notariado y que significaba,
dice Romero, el designio -apoyado en la fuerza- de ocupar la tierra y afirmar
el derecho de los conquistadores.[4]
Se hacía una elección más o menos cuidadosa del sitio en el que se trazaba “a
cordel y regla” sus manzanas y calles.[5]
“El acto político se completaba de diversas maneras, dice Romero. La
celebración de una misa o la entronización de una imagen (que) agrega un
elemento sagrado a la fundación”.[6]
La fundación de las ciudades
hispanoamericanas y las formas diversas de penetración a través de la conquista
y poblamientos, están en estrecha relación con la acción evangelizadora de los
misioneros y el surgimiento de las llamadas doctrinas. Las comunidades
religiosas y entre ellas principalmente los dominicos, los franciscanos, los
agustinos y los jesuitas realizaron una importante labor misionera alrededor de
las doctrinas.
Traigamos a nuestra memoria algunos
nombres y fechas –sobre ciudades existentes en nuestros días: Cumaná,
1521-1522, sin olvidar la abadía de franciscano; Coro, 1527-1529, Puerto de Mar
(Porlamar) o Villa del Espíritu Santo, iniciaba hacia 1528, fundada
oficialmente en 1536; Maracaibo, en sus tres fundaciones, empezando por la
Alfinger en 1529; El Tocuyo en 1545; Barquisimeto, en 1552; Valencia 1553;
Trujillo, en 1557; Mérida, 1558; San Cristóbal, 1561; La Asunción, 1564-1567; Caracas,
1567; Caraballeda, 1567, Carora, 1569; La Grita, 1576; Barinas –o Altamira de
Cáceres- 1577… fundaciones antes de 1577 no que no han llegado hasta el
presente: Nueva Cádiz de Cubagua, La Borburata, El Collado, San Miguel de
Neverí, la Villa de San Francisco…
Describe las poblaciones del primer
grupo en un orden más o menos cronológico, sin rigideces paralizantes, e
intercalado en sus lugares a las del segundo grupo, obtenemos una lista de nombres
y fechas que poco nos dicen en verdad. Tres son los ejes de penetración: el de
Oriente, originado en Cubagua-Margarita, que tiene por base a Cumaná en tierra
firme y se extiende luego por el Orinoco hacia Guayana; en Occidente, desde la
costa, que penetra por Coro hasta El Tocuyo, se abre en abanico hacia Trujillo,
Maracaibo, Barquisimeto, Carora y se extiende hacia la región central…
De El Tocuyo partió en 1557 la
expedición que al mando de de Diego García de Paredes, Gobernador y maestre de campo… tras fundar la Nueva Trujillo,
en el sitio de Escuque, a mediados del
año 1559, tras la presión de los indígenas obligó a despoblarla, era la primera
de una serie de mudanzas que le ganaron a Trujillo- que también le cambió
de nombre varias veces- el apelativo de
ciudad portátil. Otro capitán Francisco Ruíz, continuó la empresa y se asentó
brevemente en el mismo lugar que aquél, pero llamó a la provincia de los
cuicas. Volvió, pues, en diciembre de 1559, a la ciudad que había fundado,
nombrándola, ahora, Trujillo de Salamanca…
En esta excepcional obra Pérez
Vila, describe a Carora, En una
comarca de “tierra sana y de buenos indios naturales”, “buenísima para criar
ganados mayores”, regada por el río Morere, fundó Juan del Tejo, por octubre de
1569, la población de Carora, “que se nombra de “Nuestra Señora de la Madre de
Dios” y que por poco más tarde vino a ser conocida como San Juan Bautista del
Portillo de Carora.
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Mas adelante refiere en su
investigación que, “La expedición pobladora inicial partió también de El Tocuyo.
Realizaba la fundación, Juan del Tejo fue uno de los primeros –sino el primero-
Alcaldes Ordinarios de la ciudad. Al parecer, el asiento inicial no resultó
conveniente, y a principios de enero de 1571 Pedro Maldonado la mudó de lugar.
Se suscitaron rivalidades, y Maldonado anuló varias de las encomiendas que Tejo
había señalado, pero no hubo solución de continuidad en cuanto a la población
misma. Sin embargo, a causa del pleito de las encomiendas, Maldonado fue
conducido preso a Coro. Tal vez por este motivo entró a servir Juan de
Salamanca como Teniente de Gobernador, como se conjeturó en un tiempo sino Juan
del Tejo en 1569”.
[1] Romero, José
Luis. Latinoamérica: las ciudades y las ideas. 1979-99. Editorial
Universitaria de Antioquia. Colombia. 532 p.
[3] Ibíd. p. 15 y
Romero, José Luis. Ibíd. p. 56.
[4] Romero, José
Luis. Ibíd. p. 55
[6] Romero, José Luis. Ídem.